El pasado ya no está, el futuro aún no existe, el presente es lo único que tenemos.
martes, 11 de noviembre de 2014
BALDOSAS AZULES. Prólogo.
- Tengo una muñeca vestida de azul, con su camisita y su canesú...
Recuerdo que después de la explosión, todos los invitados a nuestra boda huyeron, como nosotros. Yo perdí mi zapato de novia. Supongo que quedó allí, entre cristales y cascotes, supongo que sí.
Ha pasado ya mucho tiempo, jovencito. ¿Por qué ha venido a hacerme esas preguntas ahora? ¿Es que acaso a alguien le importa?
¿La memoria histórica? La memoria histérica, querrás decir.
Recordamos con subjetividad, con parcialidad. Cada bando atesora y defiende su versión.
Como si la guerra fuera un bolero. No lo es.
¿Para qué quieres saber? ¿Para alimentar el rencor y el odio? ¿Para vanagloriarte de que tus antepasados ganaron? Realmente, ¿ganó alguien?
Dicen que agua pasada no mueve molino, pero es mentira.
Un molino siempre es un molino, y mientras funcione, el agua siempre podrá moverlo.
¿Para qué quieres saber?
viernes, 10 de octubre de 2014
RITUAL
Mi índice se desliza por tus pequeñas curvas con calma. Estamos solos y el tiempo nos pertenece.
La ventana de la habitación está entrebierta y la brisa de finales de verano se deja sentir entre tú y yo.
Me inclino y aspiro tu esencia, embriagadora, algo agria y algo dulce a la vez.
La luz del sol de la mañana entra a raudales e ilumina las sábanas dibujando aún mejor tus contornos, el tono tostado que tanto me gusta tocar.
Escuchando el tic tac de un reloj perseverante.
Me pongo de pies.
Desnudo.
Te mueves con levedad cuando abandono el lecho.
Abro la pitillera de plata. Tabaco entre mis labios.
Me giro para buscarte. Te sonrío.
Ahí sigues.
Dormido: mi diario de hojas de papel y tapas de cuero.
Mi yo todo entero.
En el hotel Mandarín.
viernes, 3 de octubre de 2014
CÉSAR VALLEJO
Tal vez sea Patricia Vallejo
y ahora
me esté dando cuenta.
Tal vez no sea yo
sino ella.
Sino él, César.
Hermano de sufrimiento.
Padre de esperanzas.
Hijo de destino incierto.
Tal vez
deba redimir a Paco Yunque.
Y acabar con su sufrimiento
que no es sino el nuestro.
Terrible. Enorme. Inmenso.
Quiero volver la cabeza
y no puedo.
Quiero mirar a otro lado.
Impune.
Me lleva a estar aquí.
Junto a él.
A su lado.
De este lado.
Tan áspero.
Tan incómodo.
Tan cruel.
Tan necesario.
De aquí nace un diario.
Imagine
jueves, 2 de octubre de 2014
INDIVISIBLE
Tengo roto el corazón:
me pediste una elección
y elegir no es posible
entre algo indivisible.
Pedías una renuncia
a un principio por despecho.
Sumisa obediencia
al sagaz malabarista,
más no soy equilibrista.
Y caí por la pendiente
a un destino diferente.
Ironía intransigente.
INOCENTE.
¿Caí por la pendiente?
No caí, me empujaste.
Poco tengo en posesión,
nada a dividir en partes.
Sólo tengo mi conciencia.
Y mi principio,
donde iniciaste el precipicio.
¿Por qué lo hiciste?
Yo ya no sé si hoy soy
cobarde o valiente.
Si no acato tu mandato
me tachas de prepotente.
Porque tú no lo entendiste.
Y no logro hacerme oír
cayendo por la pendiente
a un destino diferente.
COHERENTE.
Todo mi ser palpita,
intranquilo, en un vilo.
Te burlaste de mí,
tú de mí te reíste,
no quisiste escucharme
resbalando en la vertiente
a un destino diferente.
RESPETANDO UN PRINCIPIO
ELIJO EL PRECIPICIO.
Tengo roto el corazón:
me pediste una elección
y elegir no es posible
entre algo indivisible.
Adiós, ¿amor?
jueves, 25 de septiembre de 2014
GOYAALÉ (uno que bosteza).
Cuando desperté me llevaron a una gran tienda. Los hombres discutían. Yo permanecía en el centro. De pies. Las mujeres me observaban. Una de las ancianas con especial intensidad. Pasó tiempo. A mí me pareció mucho y caí de rodillas. Uno de los hombres se dirigió hacia mí, muy enfadado. Gritaba agitando la manta de mi montura. Pronuncié "Goyaalé". Todos me miraron al unísono. La mujer mayor se acercó a mí. Repetía una y otra vez el mismo nombre: Goyaalé. Añadía frases que yo no entendía y empezó a llorar. Comprendí que era su madre. Se arrodilló frente a mí y empezó a balancearse entre sollozos. No sabía cómo consolarla, pero necesitaba hacerlo. Goyaalé lo hubiera querido así. Me quité los collares y los amuletos él me había entregado y que llevaba bajo la ropa y los puse entre sus manos. Nos miramos y nos entendimos. Descubrí mi vientre de ocho meses oculto entre capas y capas de tela. Sobre la piel, tersa y tirante, seguían dibujados los símbolos que Goyaalé me había dibujado con pintura roja antes de partir. Una lágrima tras otra caían y rodaban sobre los dibujos. No sé si eran las suyas o las mías. No entendía los símbolos, ni el idioma en el que todos hablaban. Los sonidos se volvían lejanos y confusos. La madre de Goyaalé, la abuela del bebé que llevaba en mis entrañas se volvía una imagen borrosa.
...
La última mañana, mientras ella seguía somnolienta, él cogió la pintura roja e hizo dibujos en su vientre. La víspera, le había señalado la luna y hablado largo y tendido. Como de costumbre, a pesar de que ella no le entendía nada, había escuchado embelesada. ¿Por qué le gustaba tanto si no hablaban el mismo idioma? A veces, era ella la que hablaba sin parar. Él tampoco la comprendía pero le prestaba toda la atención del mundo. Siendo muy felices juntos. Fuera se escuchó ladrar a los perros y agitar de caballos. El la ayudó a vestirse con prisa, le puso al cuello todos sus collares y amuletos y la hizo salir de la tienda a hurtadillas. Le repetió la frase que le había dicho tantas otras veces mientras le ayudaba a subir a su caballo favorito. Besó su vientre y sus manos y se miraron por última vez.
Desde la lejanía, ella oyó disparos y una fina columna de humo negro se abrió paso hacia el cielo gris de un invierno que, de pronto, se anunciaba inhóspito y peligroso. Cabalgó mucho tiempo, más de un día, o quizá dos. El caballo sabía a dónde iba.
Hasta que ella, agotada, cayó de la montura. Era de noche y hacía frío. Nevaba.
miércoles, 24 de septiembre de 2014
RUBÉN DE AZKÁRATE. 22/08/08
Rubén se sentó en el viejo butacón de cuero de su padre y sacó un Camel de la pitillera de plata. Seguía con la ropa de la calle puesta y sus ojos brillaban con ese fulgor especial. Cada vez que conquistaba a una mujer su mirada verde se volvía tan oscura que sus ojos parecían negros.
Filippo se detuvo frente a él y lo miró desde su pecera. Boqueó.
- Siempre pienso que eres el pez rojo de color amarillo más listo que existe. ¿Quieres que te cuente lo que ha pasado hoy?
Rubén echó la cabeza hacia atrás y se puso el cigarrillo en los labios, le dio una profunda calada y empezó a hablar:
martes, 23 de septiembre de 2014
EVAPORADA
Ella, poco a poco, empezó a humedecerse.
viernes, 19 de septiembre de 2014
ALVARO PRIEST
¡La fiesta!
Ayer celebré una fiesta para inaugurar mi pisito de soltero...
Joder, qué mal cuerpo tengo, ni me acuerdo de lo que bebí, pero qué mal...
Bueno, es domingo y no tengo prisa...
Ahorita, en cuanto coja algo de fuerzas me levanto y me arrastro hacia la ducha, o mejor a la bañera... calentita...
Creo que no me doy un baño de espuma desde que era pequeño.
¿Y ese cuadro?
No lo había visto hasta ahora.
¿Se lo habrá dejado el anterior inquilino?
Pues le va a dar pena, porque la tía de la foto está tela de buena.
¿O es pintura? No se distingue bien desde aquí, pero a ver quién es el guapo que se levanta.
Estoy molido.
Parece Central Park, de Nueva York. La nena está de espaldas. Lleva un camisón transparente...
¡Jooodeeeerr!
¡Qué pena que no se te ve la cara!
Despiértame dentro de un par de horitas, nena.
...
Me estoy meando.
Tal vez debería levantarme.
Bueno, voy y me vuelvo al sofá.
La compra del siglo, creo que a partir de hora voy a dormir siempre aquí.
Aquí estoy, nena.
Pero, ¿antes no estabas de espaldas?
El perfil te sienta de maravilla, tienes un cuerpo cañón.
Hasta me parece que me miras y todo.
La verdad, nunca nadie me había mirado antes así.
Es como si te conociera.
Perooooo, si hubieras pasado por mi vida, te juro que te hubieras quedado.
No sé que me gusta más, si tu culo, tu teta de perfil o tus ojos.
¿Para qué escoger?
Si fueras mi novia lo disfrutaría todo.
Despiértame luego, preciosa.
Todos los días deberían ser domingo.
...
Mmmmm... cada vez hay más claridad, ya debe ser mediodía...
Tendré que levantarme.
Nena, cuánto más te miro más me gustas, pero tengo que dejarte.
Voy a la ducha.
Creo que de una chica así me podría enamorar. Igual hasta me dejaba engañar para tener un par de críos y todo.
Bueno, Alvaro, ya tienes treinta y cinco tacos, igual deberías pensar en sentar la cabeza.
Igual que sería un puntazo voler a casa del curro y encontrarme con un bombón así...
que me preguntara qué tal he pasado el día y
despúes de cenar y de recoger las cosas juntos, pasar la noche en el sofá viendo una peli antigua, de ésas que sí tienen guión y diálogos buenos...
Me estoy haciendo viejo, nunca había pensado nada parecido.
Me termino de vestir y me voy corriendo a ver a mi chica.
¿De espaldas?
¿No estabas de perfil?
Joder, debo haberlo soñado, pero ya podría soñar lo mismo todas las noches.
Siento como calorcito.
Bueno, la verdad es que de espaldas sigues siendo una maravilla.
¿Y qué es? ¿foto? ¿tela?
No tengo ni idea.
Sigo cansado, creo que lo mejor será que me eche una siestecita rica, aquí, con mi nena, disfrutando las vistas de Central Park.
...
Rinnnngggg, Riiiinnnngggg
- Ya va, ya va... Despertarme a estas horas de la madrugada, hace falta valor.
- ¿Quién es?
- Perdona que te moleste- dijo una voz femenina por el telefonillo- soy la antigua inquilina del piso, ya sé que igual es mala hora, porque son las siete y media de la tarde y estarás ocupado...
- Espera que te abro el portal, sube.
- Gracias.
- ¡joder, pero si eres la chica del cuadro!
- Sí, bueno, yo venía a recogerlo, mañana salgo para Nueva York y quiero llevármelo.
- Ah, sí, claro, pasa.
- Me llamo María, encantada de conocerte.
- Yo, Alvaro. Dime, ¿cuándo vuelves?
FIN
lunes, 15 de septiembre de 2014
DESDE LAS MONTAÑAS DEL AUSTRAL.. (VERSIÓN ORIGINAL DE "LATIDO")
jueves, 28 de agosto de 2014
Baile de Baby Groot. Los guardianes de la galaxia.
http://www.youtube.com/watch?v=nZR9gggVOLk&feature=youtube_gdata_player
Baby Groot baila cuando nadie le mira.
¿Tú has hecho lo mismo alguna vez?
martes, 11 de febrero de 2014
Amor Negro
Yo mantenía la mirada, no por retarte, sino por sentirme mimada.
Me mimaba tu mirada.
Me sigue mimando.
Y vuelvo a llorar cada vez que recuerdo que has muerto.
Porque un abuelo nunca debería morirse.
Debería estar prohibido que un abuelo muriera primero.
Deberíamos morirnos todos a la vez.
Así nos ahorraríamos la pena.
Claro, para eso deberíamos nacer todos a un mismo tiempo.
Entonces yo ya no podría ser una niña y tú
un hombre adulto en mi recuerdo.
Tal vez ya no pudieras ser mi abuelo.
Y es porque tú eres él que yo te quiero.
Recuerdo que cuando vino la ambulancia a buscarte
y te llevaron al hospital
nos quedamos todas fuera en la acera,
mirando cómo te ibas allí adentro con la abuela.
No pude despedirme de ti entonces.
Ni tampoco ahora.
No puedo decirte adiós.
Si te digo adiós yo me muero.
Y muerta no podría mirar a mis hijos
como tú me mirabas a mí
desde tus ojos
negros.
No pude despedirme de ti
porque mi madre dijo en el hospital
que las niñas no entren, que no le vean así las niñas.
Pero yo no quería verte.
Yo sólo quería volver a mirar
una vez más
tus ojos
negros.
Sólo
me
quedan
los
recuerdos.
Ya sé que tú me dirás
que sólo existen
de verdad
los recuerdos,
que todo pasa tan rápido
que
el presente
ya es
recuerdo.
Pero es que yo...
te echo de menos...
de más te echo.
Y, a veces pienso que me hablas,
pero no es así.
Sólo son
pensamientos.
Pero disfruto
pensando
que has vuelto para seguirme...
mirando
¿pensando te quiero?
Y es que yo
también te quiero.
Te fuiste.
Y
en la
ausencia
de tu mirada caliente
todo se volvió
frío y distante.
Blanco.
Por eso la nieve es blanca,
porque es fría.
Y la ambulancia.
Y el pasillo del hospital.
Y tu lápida.
Y el carbón
caliente
como tus ojos
negros.
Y he querido morir
mil
veces.
No soporto el mundo cruel, desigual, injusto.
Pero desde tu mirada
aprendí
que había algo
bueno.
La mirada de un abuelo que,
condenado a morir,
sólo quería
como último deseo
seguir viviendo.
Tu deseo te fue concedido,
abuelo.
Sigues vivo en mi mirada y en mis ojos
negros.
Supongo que
tú
ya lo sabías
cuando
me mirabas
en silencio
desde tus ojos
negros.