Tengo roto el corazón:
me pediste una elección
y elegir no es posible
entre algo indivisible.
Pedías una renuncia
a un principio por despecho.
Sumisa obediencia
al sagaz malabarista,
más no soy equilibrista.
Y caí por la pendiente
a un destino diferente.
Ironía intransigente.
INOCENTE.
¿Caí por la pendiente?
No caí, me empujaste.
Poco tengo en posesión,
nada a dividir en partes.
Sólo tengo mi conciencia.
Y mi principio,
donde iniciaste el precipicio.
¿Por qué lo hiciste?
Yo ya no sé si hoy soy
cobarde o valiente.
Si no acato tu mandato
me tachas de prepotente.
Porque tú no lo entendiste.
Y no logro hacerme oír
cayendo por la pendiente
a un destino diferente.
COHERENTE.
Todo mi ser palpita,
intranquilo, en un vilo.
Te burlaste de mí,
tú de mí te reíste,
no quisiste escucharme
resbalando en la vertiente
a un destino diferente.
RESPETANDO UN PRINCIPIO
ELIJO EL PRECIPICIO.
Tengo roto el corazón:
me pediste una elección
y elegir no es posible
entre algo indivisible.
Adiós, ¿amor?
No hay comentarios:
Publicar un comentario