- Hoy ha sido un gran día, Filippo, me ha ocurrido algo verdaderamente fascinante.
Rubén se sentó en el viejo butacón de cuero de su padre y sacó un Camel de la pitillera de plata. Seguía con la ropa de la calle puesta y sus ojos brillaban con ese fulgor especial. Cada vez que conquistaba a una mujer su mirada verde se volvía tan oscura que sus ojos parecían negros.
Filippo se detuvo frente a él y lo miró desde su pecera. Boqueó.
- Siempre pienso que eres el pez rojo de color amarillo más listo que existe. ¿Quieres que te cuente lo que ha pasado hoy?
Rubén echó la cabeza hacia atrás y se puso el cigarrillo en los labios, le dio una profunda calada y empezó a hablar:
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