martes, 11 de noviembre de 2014

BALDOSAS AZULES. Prólogo.

Baldosas azules. Eran azules como azul es el vestido de la muñeca de aquella canción que cantaba cuando era niña, animada por mi abuela:

- Tengo una muñeca vestida de azul, con su camisita y su canesú...

Recuerdo que después de la explosión, todos los invitados a nuestra boda huyeron, como nosotros. Yo perdí mi zapato de novia. Supongo que quedó allí, entre cristales y cascotes, supongo que sí.

Ha pasado ya mucho tiempo, jovencito. ¿Por qué ha venido a hacerme esas preguntas ahora? ¿Es que acaso a alguien le importa?

¿La memoria histórica? La memoria histérica, querrás decir.
Recordamos con subjetividad, con parcialidad. Cada bando atesora y defiende su versión.
Como si la guerra fuera un bolero. No lo es.

¿Para qué quieres saber? ¿Para alimentar el rencor y el odio? ¿Para vanagloriarte de que tus antepasados ganaron? Realmente, ¿ganó alguien?

Dicen que agua pasada no mueve molino, pero es mentira.
Un molino siempre es un molino, y mientras funcione, el agua siempre podrá moverlo.

¿Para qué quieres saber?