lunes, 9 de diciembre de 2013

BRUTUS

Me hubiera gustado tener una madre.
Sentir la tibieza de su cuerpo contra el mío, besando mis mejillas y mi frente al despertar.
Percibir una de sus manos sobre mi pelo, alborotándolo mientras se ríe, y con la otra se sujeta el cabello, del que escapan mechones rebeldes que caen sobre mi rostro.
Su risa, su aroma, me confirman que son suyos los besos, que es ella quien me da la bienvenida a la vida, un día más.

Pronunciando mi nombre, susurrándolo sonriendo.
Me hubiera gustado tener una madre.

sábado, 7 de diciembre de 2013

Tetraedro

CARA I.


Aquel verano fue diferente. No regresé a casa. Volví de las vacaciones a mi nuevo apartamento. Mi primer mes de agosto sin ella y sin mis hijos. Los nuestros. Estaba solo. Me había quedado solo. Lo estaba con razón. Yo me lo había buscado. Ella me había perdonado muchas veces. Cada vez que me creía y volvía a saberla mía, sentía poder. Todopoderoso. Monarca de una tiranía con tres súbditos. La palabra perdón ¿qué significa? Sólo es una llave para poder abrir la puerta de una relación. Un día, la puerta no se abrió. En ella ponía respeto y yo... yo no tenía ni tengo esa llave. ¿Cómo pudo cambiar la maldita cerradura?

CARA II,

Tenía doce años. Mamá fue a recogerme a la parada del autobús. Como si no tuviera importancia me preguntó si papá me había dicho algo la noche anterior. Le respondí que sí, que me había dicho que me quería pasara lo que pasara. Hoy sé que su forma de querer es egoísta. Cuando volvimos a casa y vi que me había dejado sus tebeos de colección de Mortadelo y Filemón y un tanque en miniatura, tuve claro que se había ido para siempre. Fui a ver a mamá, que estaba en la cocina y se lo dije.

CARA III

Tenía nueve años. Mamá me dijo que papá se había ido de viaje y me extrañó. Le pregunté si había dicho adiós. Ella dijo que no. Pasaban los días y papá no volvía. Fui a ver a mamá, que estaba en la cocina y pregunté: "¿Cuándo vuelve papá?". Ella contestó: "No va a volver". Yo repliqué: "No te creo". Me cogió de la mano y me fue enseñando la casa, todos los objetos ausentes de papá,  en los que yo no había reparado, hasta que llegamos a su habitación y abrió su armario. Estaba vacío. Empecé a llorar. Mi hermano vino y afirmó muy serio: "No sé porqué  se lo has contado, te avisé que iba a llorar mucho cuando se enterara".

CARA IV.

Fue un verano feliz. El nos había abandonado sin avisar una mañana de junio. Aprovechó que los niños estaban en el colegio y que yo tenía médico. Cuando fui al cajero y vi que se había llevado todo el dinero, no sé... no sé lo que pensé, pero sí recuerdo que sentí vértigo. De golpe intuí todo lo que se me venía encima. Cuando volví a casa... ¡Cómo estaba la casa! Patas arriba, en lugar de un marido, parecía que había pasado un ladrón. Tal vez así había sido. Había pasado por mi vida uno que me había robado años de mi vida, no los mejores, porque bien se encargó él de que no fuera así. No tenía dinero. Sólo a mis hijos y la responsabilidad de salir adelante. Por fin, me tenía también a mí misma. Para mí sola. Para reconstruirme, para dejar de ser esclava, para volver a ser persona. Caminaba por el pasillo de casa y no tenía miedo, así que cambié la cerradura de mi corazón. Ponía respeto, ya no la abría un "perdón".








jueves, 5 de diciembre de 2013

Bordeaux - Saint Jean

Estabas hoy en la estación que luce pintada de azul. Mi vagón se detuvo justo frente a ti. Mochila, camiseta blanca y vaqueros. Llevabas gafas de sol y no supe si me mirabas. Podías haber sido cualquiera, pero nadie es como tú. Hay oportunidades que se presentan una vez en la vida -pensé.

Me levanté, cogí mi bolsa de deporte y bajé al andén justo en el último segundo. Habías desaparecido. Cerré los ojos. Los abrí. Otro tren. 

En la ventanilla vi mi reflejo: mochila, camiseta blanca y vaqueros. Llevaba gafas de sol y no supe si alguien me miraba. 

La puerta se abrió. Tú bajaste. Nos besamos.

En la estación vestida de azul.

martes, 3 de diciembre de 2013

Emborracharme.

Deseando llegar para contártelo. Apuraremos una copa de vino. Celebrándolo. Que ya soy libre. Que hoy he firmado el divorcio. Te veo en la barra. Estás con otro hombre. Me acerco. Saludas y me dices: "Brinda con nosotros, Juan me ha pedido en matrimonio, y acabo de decirle que sí".

domingo, 1 de diciembre de 2013

JESÚS

    Ayer mamá me dijo que cada día estoy más alto y más guapo. Nos sonreímos. Yo añadí que, además, soy fuerte. Muy fuerte. Riendo, la cogí en brazos y corrí con ella hasta el pozo. Cuando llegué allí, la deposité con todo mi amor en el suelo. Nos miramos a los ojos y sonreímos. Me abrazó con fuerza y susurró: "Pase lo que pase, te quiero. Recuerda este momento siempre" Le hice un guiño. Papá me llamó a voces para que fuera a ayudarle con la madera. Volvimos a casa. Riendo.

   Noche. Silencio. Cojo la túnica, el odre(*) de agua y comida para el camino. Salgo con sigilo al patio. Mis padres están fuera. Sentados en el banco de piedra. La sorpresa me paraliza. Papá se acerca a mí y nos abrazamos. Me inclino para que él pueda besarme la frente. Juntos vamos hacia mamá. Me siento junto a ella. Mirando sus ojos azules, le cojo las manos y se las beso. Veo entereza. Siento su Amor.

- Cuídate, Jesús.

   Le sonrío y le hago un guiño. 

   Después me voy.

  Sin mirar atrás.

  Amaneciendo.


(*)ODRE. m. Cuero, generalmente de cabra, que, cosido y empegado por todas partes menos por la correspondiente al cuello del animal, sirve para contener líquidos, como agua, vino o aceite.


Publicado en "Cuentos para sonreír" Editorial Hipálage 2009.
www.hipalage.com