viernes, 15 de noviembre de 2013

Egunsentian.

   Regresé a Euskalherria después de muchos años. Transcurrido ese tiempo, el aitona (abuelo) era ya el único que me seguía esperando.
   Llegué sin avisar. Le vi de lejos, junto a la cerca. La misma que pusimos juntos para delimitar los contornos de nuestro terreno. Lagun (Amigo) ladró y él se giró.
  Supe por su sonrisa que me había reconocido al instante. A pesar de la barba, de la ropa y de las estaciones vividas separados.
  Supo por mis lágrimas, las que brotaban sin quererlo, que volvía para pedirle perdón.
  Me abrazó mientras yo murmuraba:
Barkatu, aitona. (Perdón, abuelo).
  El susurró tarareando:
Baina, honela, ez zen gehiago txoria izango.
Eta nik txoria nuen maite,
eta nik txoria nuen maite.
(Pero, de este modo, ya no sería un pájaro.
Y yo amaba el pájaro,
yo amaba el pájaro).

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