El ruido del tráfico del autopista asciende por el terraplén hasta la gasolinera. En un lugar discreto, donde el coche no molesta, aparcado entre dos camiones, Javi espera a Julián. Tiene la ventanilla bajada y apoya el codo en la puerta mientras fuma nervioso un cigarrillo. Mira el reloj. Son las once y media. Suena su móvil.
- Julián, macho, ¿dónde estás? Habíamos quedado a las nueve de la mañana.
- Lo siento, Javi, una reunión de última hora. Llegaré en treinta minutos. ¿Preparado para pasar un finde espectacular en la sierra con mis amiguitas?
- Sí, pero ¡joder! Otro día avísame antes. La gasolinera está enfrente del súper y acabo de ver salir, primero, a mi mujer, y luego, a la otra. ¡Menuda librada!
- Llego enseguida. Luego me cuentas.
Javi cuelga el móvil y mira por el retrovisor. Le parece ver unas sombras y se gira asustado.
Fin
Fin
El pasado ya no está, el futuro aún no existe, el presente es lo único que tenemos.
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miércoles, 27 de noviembre de 2013
sábado, 23 de noviembre de 2013
Infiel Parte I - Ella (Ana)
Ana sabía que Javi le era infiel con Lucía, su mejor alumna. No era la primera vez. Sí la
última. Ella le había dicho que se iba en el primer autobús del viernes al pueblo, a ver a su madre. Empezaría su libertad comiendo a solas todas esas cosas que él le prohibía siempre.
Bajó el parasol del coche y observó en el espejito su peinado de vieja profesora de universidad. El color negro le tapaba las canas pero endurecía sus facciones. No era la más bella del reino. Entró en el súper.
Al pasar junto al pasillo de precocinados oyó un ruido seco y miró. Reconoció al instante la melena rubia, brillante y sedosa de Lucía, agachándose a recoger algo. Prosiguió su camino hasta la sección de lácteos y se detuvo. Respiró hondo. Un fluorescente se fundió. Lo supo. Su matrimonio había terminado. Para siempre.
última. Ella le había dicho que se iba en el primer autobús del viernes al pueblo, a ver a su madre. Empezaría su libertad comiendo a solas todas esas cosas que él le prohibía siempre.
Bajó el parasol del coche y observó en el espejito su peinado de vieja profesora de universidad. El color negro le tapaba las canas pero endurecía sus facciones. No era la más bella del reino. Entró en el súper.
Al pasar junto al pasillo de precocinados oyó un ruido seco y miró. Reconoció al instante la melena rubia, brillante y sedosa de Lucía, agachándose a recoger algo. Prosiguió su camino hasta la sección de lácteos y se detuvo. Respiró hondo. Un fluorescente se fundió. Lo supo. Su matrimonio había terminado. Para siempre.
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